miércoles, 2 de septiembre de 2009

POR HOY, SÓLO POR HOY

POR HOY, SÓLO POR HOY


Era mi vecino. Costado izquierdo de la medianera
Dejó el camión en el lado oscuro de la calle. Se bajó despacio, me miró a las cejas no a los ojos, e inclinó su cabeza.
Con el golpe de la puerta y el motor en marcha cayeron desde el techo algunas hojas pegadas por la lluvia y el viento de hace un rato, desplazo un ruido con la nariz en lentitud lasciva y un chasquido leve de una bahía de whisky en la boca, (parecía el primer hombre queriendo decir palabras).
Escondió la cara y el olor a rancio. Se olía igual
- Sólo por hoy voy a seguir bebiendo, sólo por hoy.
De un cuerpo sensato colgaban brazos con tatuajes simétricos, dos absurdos presagios de un feliz futuro. Una diosa madre y una diosa niña que sólo las vi sobre su piel.
Hice un saludo tonto, ni aliviador siquiera, un murmullo forzado (último rehén de mi boca, último cuándo ya no se sabe que decir) y quedó cómo si pudiera tocarlo, un fuerte olor a kerosene en el aire.
Volvió a subirse al camión. Es algo que puedo decir aunque no mirara.

Un susto de frente abrazó mi cara, un fogonazo naranja y tremendo.

Conceder, conceder hasta cuándo. Quién le habrá enseñado que todo mal puede ser finito nutrido siempre por la paciencia. Quién le habrá enseñado a no darse por vencido.

Por un segundo pensé que un ángel color mandarina vino a llevarse todo. Después la calle quedó azul sólo de mirarla tanto.

Mercedes Sáenz