viernes, 26 de diciembre de 2008

SIN TÍTULO

SIN TITULO





No quiero ser poeta, tampoco poetiza
No sabría hacerlo.
No soy poema.
Mil palabras al mismo tiempo bailan en mi cabeza
Escritas con sonidos que provienen del agua.
Golpea las rocas en la que estoy sostenida
Que son sábanas de papel que no saben nada.
Ensordecen las rimas de letras iguales,
Poco me importa. No soy poetiza ni poeta.
Y pocos saben quien o no es un poema.
Un día empezaste a odiar mis botas cuando estaban vacías
Tus dedos desnudos se chocaban con ellas
Cuando quedaban a los pies de nuestra cama
Me importa más que nada el sonido porque
Es lo único que oigo como al agua.
Desborda, golpea, acaricia, recuerda con uno.
Y nadie, nadie, sabe de veras quien soy,
Porque yo tampoco.
Junto letras que acaricio como a un bebe dormido
Las pongo en algún lugar, el que encuentre
Porque sé que después no puedo repetirlas
Y tal vez así deba de ser, porque no son nada.
Porque yo también soy sólo algunas cuantas palabras…
MERCEDES SAENZ

martes, 9 de diciembre de 2008

HOY NO SIN MÍ


HOY NO SIN MÍ






No te duermas sin mi, poema.

A muy pocos pasos
desparecieron soles
que creí violáceos
y se llevaron la niña de mi
en silencio,
a las últimas horas de las aguas negras
y no pude ver
su corazón de espalda.
me han sacado las horas de escribir
y mi lugar es un cuarto después de la guerra,
una sola vela prendida
pegada contra el piso.

No te duermas sin mí, poema
abrazame tan dulcemente cómo puedas
acostado de este lado
dónde la vela
pueda dibujarte.


No te duermas sin mi, poema.
sin tu abrazo
no sabré despertar mañana.

Mercedes Sáenz

lunes, 1 de diciembre de 2008

BOCAS



BOCAS



Qué nos une a bocas
que escriben aliento,
que han estado ahí desde raíces.
que besan la luna a horas inciertas.
que no son diques de agua
que son fuego.
no hay espacios
sostenidos en el beso
y
muere el corazón si no sopla.
que el filo de una copa corta
y no pueden hablar sin susurros
que hacen de los ojos territorio sin llave,
livianos peregrinos cómo
pájaros
sin saber dónde posarse.

qué nos une silencio.
qué son bocas de soles.
Mercedes Sáenz

jueves, 27 de noviembre de 2008

SOBRE FILOS DE LATA

Filos de lata

"Viví en la Patagonia, empecé a escribir en Buenos Aires. La vida es siempre un ratito que no sabe de distancias" Mercedes Sáenz (Click aquí para conocer uno de sus blog)
Durante mi ausencia resolví dejar de publicar en mis blog hasta tanto no solucionara mi conexión de internet en casa. No es igual ir a un cíber café. Aunque en esos establecimientos puedo navegar en los mismos espacios, me había acostumbrado a visitar a mis cómplices desde mi habitación. Sentía que estaban a mi lado, que intercambiábamos sensibilidades, visiones del mundo, alegrías, tristezas. Por eso pensé que era preferible hacer un alto en el camino y regresar solamente cuando tuviera la oportunidad de abrir todas esas puertas con la llave de mi computador…El sobre es azul y tiene círculos amarillos (mi color preferido). Viene de Argentina por medio del correo oficial del país del sur. En la declaración se describe el contenido: Un libro de regalo. Vivamente emocionado lo abrí. Flotando en el colchón de un material que se utiliza para proteger (me refiero a una espacie de plástico interior) lo encontré. Autora: Mercedes Sáenz. Título: Filos de lata. En la solapa la fotografía de la escritora: Rubia, ojos enormes, recostada en el pasto. El aroma de la tinta en cada una de las hojas me hizo sonreír. Y en la primera página una dedicatoria: “Carlos Eduardo: con todo cariño de este afecto virtual. Tal vez un día nos conozcamos. Un abrazo, Mercedes Sáenz. Noviembre de 2008”. Y de esa forma el milagro de la vida y de la esperanza llegó a Colombia. Hoy tengo la certeza de que el arte es el único capaz de transformar la realidad. Entonces decidí escribir de nuevo, llenar poco a poco los espacios que abandoné semanas atrás. Porque, entre otras razones, la existencia es una sola y hay que aprovecharla. Quién sabe, a lo mejor somos protagonistas de un sueño colectivo que se convirtió en cuento interminable.Sería muy atrevido de mi parte entrar ahora a reseñar un libro. Jamás lo he hecho. Tampoco soy crítico literario. Simplemente disfruto y, sobre todo, admiro al ser humano que desnuda su alma a partir de la palabra. Permítanme entonces compartir con ustedes brevemente- en los siguientes párrafos de la obra- una parte del tesoro que hallé al principio o al final de este arco iris.“La niña, en el fondo de su corazón, siempre quiso ser india. Ni reina ni princesa. No madre de miles de hijos. No soñaba con ser sabia ni sobresaliente. Sólo quería ser animal silvestre, mezclarse entre las ovejas y las cabras, hablar con los caballos sin que nadie la escuchara. Tener un perro. Pero el mundo era otro y los juegos convencionales entretenían un rato. Le gustaba más tirarse sobre las piedras a mirar el cielo. La niña empezó a quedarse sola, no por falta de cuidados, ni de amor de los buenos, sino porque no entendía los códigos de su entorno…”En el anterior fragmento (que pertenece al primer capítulo del libro: “Carta de una mujer imaginera aun amigo imaginario”) y de esa incomodidad e incomprensión del entorno que la rodea, nace la escritora. Si todo fuera así y no hubiera más remedio ¿qué sentido tendría imaginar la vida de otra manera? Entre la realidad y la fantasía hay un puente que nos lleva de un lado al otro. Feliz aquel que dibuja pacientemente su universo y es capaz de atravesar las fronteras trazadas por la cultura, la educación y la familia. Hay que ir por el mundo con la mirada atenta. Solamente así es posible descubrir la grandeza de las pequeñas cosas. Libro casi autobiográfico que recrea el paso del campo a la ciudad y sus inevitables contrastes: “La casa era chiquita y no digo pequeña. Sin gas natural, ni luz eléctrica y una cocina a leña de donde salían las tortas de cumpleaños que, tiempo después en Buenos Aires, supe que eran las más torcidas del mundo” (Capítulo No potrillo pampa. Texto: Te cambio la figurita, ¿querés?)Familia numerosa. Madre amiga. Padre escritor. Hermanas y hermanos que llegaron a este planeta en intervalos cortos de tiempo. Lenguaje en el que saltan como fueguitos juguetones las rimas: “Perdone amigo si mucho le escribo con doble “a”, pero en ésta la rima es la letra que acompaña. Al que es del campo y le cuesta escribir, a veces la letra le sale como una copla, ¿vio? Se ayuda al sonido y la memoria se va viniendo solita” (Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario). Luego un telar en el que la autora teje una manta de hilitos multicolores y, para ello, se vale de textos cortos que conforman los capítulos. En ellos el compromiso social, siempre presente en la imagen del indio, el campesino y la naturaleza: “Refugios de madera. Instante en que lo ajeno a la selva se detiene. Pequeñas ciudades de niños indios con enormes canastos a cuestas. Suben con cierta dificultad…” (No potrillo pampa. Texto: Pequeños escapularios). Más adelante ojos, miradas, frases que buscan descifrar las sombras que distorsiona y proyecta la luz de la luna en la penumbra: “El jardín dormía el pasto blanco de frío. Especula la luz como un viejo trapo sacando lustres apenas por arriba. Hace rato las paredes de la casa hicieron silencio para las hormigas mientras crece verde entre baldosas…” (Texto Siete ojos en la luna. Capítulo del mismo nombre) Enseguida son diferentes mujeres las que emergen de la oscuridad y, envueltas en el traje de lo cotidiano, nos enseñan cómo usan su sexto sentido: “Esa mujer no debe llamarse Paulina. El pelo que se veía era lindo. El común de las mujeres lindas no tiene lindo pelo. No Paulina, sí…” (Capítulo: Esa mujer no. Texto: No Paulina). Finalmente la adolescencia, la memoria, los recuerdos, la soledad, el miedo, la claridad del amanecer. En síntesis una melodía que parece una improvisación de música latinoamericana, jazz y miles de sinfonías: “Sonaron acordes de guitarra como los de Eric Clapton y los dedos de Joaquín subían y bajaban a una velocidad inusitada, casi furiosa. Se detenían de pronto en algún punteo de armonía perfecto” (Ese chabón escupiendo conejitos. Texto con el mismo nombre del capítulo).Termino aquí mi intento de reseñar del hermoso libro de Mercedes. Hay tanto aún para decir que ofrezco disculpas por no mostrar un panorama más amplio y exacto de la obra que tengo en mis manos. Quería hacerles partícipes, amigas y amigos, de esta señal inequívoca de que el mundo vale la pena. Y una feliz coincidencia. Al revisar el nombre de la Editorial tuve la sensación de que el destino confabuló otra vez en mi favor: VELA AL VIENTO, Ediciones patagónicas.Gracias querida Mercedes por regalarme un tesoro invaluable. Tomado de www.elmagodetucorazon.blogspot.com.

viernes, 14 de noviembre de 2008

TEMBLAR

TEMBLAR



En un asiento de cemento de esos mudos sin respuesta me senté liviana, creo que por eso me sentí transparente. Era el azúcar en el fondo de una taza de un café incierto, sin cucharas. Era una vez una niña mirando la oscuridad de un hueco. Era la minúscula parte del tallo que no se mira. Era la forma indescifrable, la escurridiza consistencia de lo que no puede retenerse ni con los sentidos.
Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.
¿Alguien contó mis días? ¿Alguien supo de mi? ¿Alguien cantó mis letras?
Nunca tuve una consagración de mi, ni con los miles de sacramentos, por más que haya peregrinado cada noche de lágrimas que duraban un grito.
Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.
Anoche, antes de temblar tres veces, renegué de mi, bajo tu cuerpo y desde tu abrazo.
El gato silencioso de Charly B. pasó cerca cómo el segundo de una caricia. Y por primera vez pude saberme aunque no sea definitivamente.

Mercedes Sáenz

martes, 11 de noviembre de 2008

LA BAILARINA DE LAS IDEAS

LA BAILARINA DE LAS IDEAS




Eras por las noches una vaga idea del movimiento. La suavidad serena del que flota fuera del vértigo. Acercabas en carne viva el silencio cómo algo cotidiano. Insinuabas en un desprecio cortés dónde la idea parecía morir. Esa manera de conocer los rincones, terrones de azúcar del centro de las palabras. Pasabas las horas pegada a mi mordisqueando una sonrisa, mirándome, en esa absurda coquetería de abordar mis pensamientos. Un hada con la varita mágica en el límite de la timidez y la dignidad para puntear mi cabeza. Y te ibas sin tocar un solo peldaño de mi escalera haciéndome creer que por un rato me habías salvado apenas. Y entonces, empezaba a escribir sólo con lo que en realidad tengo.


Mercedes Sáenz

viernes, 31 de octubre de 2008

LA PALABRA




LA PALABRA

Dame sólo una línea, la que sin querer derramó el cántaro de agua. La pisada de aquel que no sabés quién es ni a dónde va. No borres de la tierra la marca de una túnica. No guardes al niño que dibuja la arena ni la mano que pintándose primero las marcó en la gruta. Dame el instante en que el hombre afinaba los ojos para retener los rojos de la tarde. Dame el silencio del alma en la inmensidad del mar.
Dame cuándo entendido era por los llantos callados al volver de la guerra.
Dame la música del viento y de los cuerpos estirando las sombras alrededor del fuego y la alegría no tenía abecedario.
Dame la mano sin decir. Abrí los ojos hacia otros que se abrirán a los tuyos. Toma del pan que se lleva el hambre y de la manta que además de sombra tapa el frío. Mirá el infinito del mundo y la pequeñez y sabrás porque el hombre escribe. Su inútil mortalidad se hace débil por no poder atrapar el instante. Porque no se atreve al olvido y entonces todo lo convierte en palabras.


Mercedes Sáenz

viernes, 24 de octubre de 2008

NADIE NINGUNO


NADIE NINGUNO




Hubo esta noche en que desperté en un agujero, rodeada de pájaros amarillos y negros que aleteaban cerca y sus alas soplaban sin tocarme. Hubo esta noche en que la tristeza era más fuerte que el miedo y mi cuerpo muro descolgaba pedazos de piel que se hacían transparencia. Hubo esta noche en que hubiera querido no existir, pero salí a la luz y mis manos estaban y mis ojos eran espejos huecos, no sabía quién miraba. Hubo esta noche que nadie ninguno había. Intenté llorar pero ya no era ni siquiera un poco.

Mercedes Sáenz

SOBRE FILOS DE LATA








SOBRE FILOS DE LATA




TRAS LA HUELLAS
DEL ROCINANTE DE ORO
DE MERCI SAENZ

-Ensayo-

Por:
Abraham Méndez Vargas

-I-

Filos de lata, de la escritora argentina Mercedes Sáenz, son una colección de cuentos breves y algunos no tan cortos de un decir singular donde la primera frase de los más poéticos relatos presenta una técnica absolutamente nueva dentro del ámbito de la narrativa latinoamericana, y es que acto seguido se acompaña de la conjunción “y” sin que ello constituya una frase nueva o un período, sino a la manera con que un poeta hilvana las estrofas de un poema absoluto; igual cuando la primera frase sigue en punto y seguido; luego, en el segundo o tercer párrafo, por demás de una ternura inusitada, se produce el giro circular con la frase que inició el cuento y así la narración del hecho que tiene indudable importancia va alargando y alzando vuelo como una cometa según la intensidad del viento y el entusiasma de la mano que domina el escenario más con la emoción pura de una niña que interroga el mundo con sus ojos inocentes que con la fuerza sola de la brisa, aunque ya es una mujer muy adulta y razonadora, dueña de un hogar ejemplar con un buen esposo y tres excelentes hijos.
Los cuentos breves y algunos no tan cortos contenidos en Filos de lata nos dan la sensación incontestable de una verdad sentida con dulzura y, a veces, con una fina ironía frente a lo que pudo haber sido lágrimas negras, mientas leemos como testimonio de un mundo donde las personas saben perder sus nombres para entrar en escenas como símbolo de un pueblo, aunque los nombres de lugares, calles y cosas son auténticos dentro del entorno geográfico en que se desarrollan; son como las ondas maravillosas de un río de oro que pasa bajo el puente de antaño, convirtiendo a Mercedes Sáenz en una de las mejores narradoras latinoamericanas que de estos tiempos he leído, tanto en portales digitales como en libros impresos.
No se podía caminar sobre los rieles de la infancia si no se estaba vacunado contra el tétano, pero en los rieles interiores de Filos de lata podemos transitar sin necesidad de vacuna, porque aquí estos filos no están hecho del metal mohoso del hierro con tornillos por donde pasa el tren, sino con la amorosa pureza de una niña que expresa la poesía que la sorprende a cada instante, y aquellos hechos que ella narra son filos estos latas que ella eterniza, y ahora vuelven a la vida de todos, como era justo que sucediese; pues, en Filos de alta hay muchas voces y cantan a la vida, en pequeños relatos que, aunque independientes en su factura creativa unos de otros, pueden decirse que Filos de lata puede leerse como un cuerpo absolutamente completo, o sea, como novela, pues hay un hilo conductor que los interconecta. También son poemas en prosa, que poemas en prosa no al estilo modernista como siempre sucede en muchos escritores latinoamericanos, sino poemas en prosa totalmente vanguardistas, salvados por el automatismo psíquico que los domina y que los hace muy del siglo xxi; surrealistas por antonomasia; son el producto de una hermosa regresión a la infancia con imágenes nuevas, sin la contaminación que la conciencia adulta pudiera imprimirle, no obstante la excelente razonabilidad que los domina en términos lógicos.
Filos de lata es el título general del libro de cuentos; es un libro hermoso, muy bien escrito y las situaciones que presenta son absolutamente significativas y esencialmente muy humanas, aunque sin el dramatismo fatal de los pueblos tropicales; parecería que los primeros dos cuentos se abren sueltos, pues a partir de la página 20, está subtitulado de la siguiente manera: No potrillo pampa, desde la pagina 22 a la 44, contiene los siguientes títulos: Te cambio la figura, ¿querés?, con tres capítulos y es en si una noveleta, (p. 23-31); No potrillo pampa (p. 32-34); La silla (p. 35-36); La dignidad de las colinas (p. 37-38); Si viera Usté… (p. 39-40); Arcabuceros (p. 4), Pequeños escapularios (p. 43-44).
Las señalase de la memoria van de la pagina 45 a la 60, y contiene los siguientes cuentos: Las señales de la memoria (p. 47-48); Catalogo (p.49-50); Mensajes de madera (51-52); El que juntaba vidrios (53-54); Como por agua (p. 55-56); El puente (p. 57); El periscopio (p. 58-59); Es la hora (60).
Sigue Siete ojos en su luna en la pagina 61, con los siguientes títulos de cuentos bien logrados: Siete ojos en su luna (p. 63-64); Los ojos que tiene Diana (p. 65-66); Café con leche (67-68); Lágrimas negras (p. 69).
Esa mujer no, pagina 71, nos trae los siguientes cuentos: No Paulina (p. 73-74; Miércoles a qué la tarde (p. 75-78); Ella creía que había sido (79-80); Clarisa (81-83); Adoquines (p. 84-85), El Barón y la manzana (86-91); Tararia (p. 92-93); Nadie hasta mañana (p. 94-96); La tortuga escocesa (p. 97-99).
En Ese chabón escupiendo conejitos, apartado que va de la pagina 101 a la 119, leemos los cuentos que siguen: Cascarrabias (p. 103-104); Ese chabón escupiendo conejitos (p. 105-106); Decir, decir (p. 107); Frágil (p. 108-109); Luces (p. 111); El señor de las nueve (p. 113)115); Dos por dos, uno más uno (p 116-117); Un día por casa (p. 118-119).
En fin, el último manojo se encuentra desde la página 121 hasta 143, luego el Índice de la 145-146, aparece bajo el título Calles de cuadros y leemos los siguientes cuentos: Calles de cuadros (p. 131-132); Tabique (p. 133-135); Silbido (p. 136-137); Silencio absoluto (p. 138-139); Masi (p. 140-141), y Decir cómo, decir qué (p.142-143).

Sin embargo, todo ello es desde la página 22 a la 143, pues aunque de la 13 a la 19 el primer apartado tiene dos cuentos, el primero titulado Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario (p. 1318), y De todas las del mundo (A Papá, p. 19); hemos podido constatar que Filos de lata, que da al libro el bien logrado títulos, aparee más adelante, por lo que asumo que el primer apartado es realmente Filos de lata, por lo que termino este ensayo analizando estos dos últimos textos que son, por ciertos, lo que más me han impactado al encararme a este libro de por sí maravilla a quienes hemos tenido la dicha de leerlos a tiempo completo.
Filos de lata es un libro de cuentos breves que son, a su vez, poemas en prosa dignos de la pluma de Juan Ramón Jiménez, en Platero y Yo, o de Azorín, en Blanco en azul, pero, con la salvedad de que estos Filos de lata, no son sólo bordes de la inocencia pura y encantadora sino también los filos de hechos de una adolescente y de todo lo que reencarnan la herida, levantan postillas del corazón sangrante, con una delicadez tal que el dolor encanta por igual, pétalos sobre la herida, son “yonyones” que nacen sobre las raíces de los árboles muertos, para ser luego degustados en un exquisito plato de moro de guandules en la mesa común de las añoranzas de tantos humanos corazones de nubes. Merci Sáenz es la flor azul enormes sueños que lo perfuman todo con su voz que es toda poesía y eternidad, inclinada sobre el largo tallo de su grata existencia, a un costado de un puente de aguas secas donde vuelve a pasar el gran río heraclitano, y sobrevive en su memoria con todo su antiguo esplendor, y ahora pasa torrencialmente como enantes sobre los campos de su esperanza, sin temor a la nueva estación amenace con volver todo secadales de nieves unas horas después, pues su voz de mujer heroica y rebelde ya no calla nada y arde como llama inagotable, y es sol que ilumina y derrite al mismo tiempo

Y -II-


De todas las del mundo, el relato breve del libro Filos de lata, de Merci Sáenz, está dedicado “A Papá”, es decir, a Dalmiro Sáenz, dedicatoria esta coincidente con el Dalmiro “hecho por la mujer de papá, Laura Elizalde”, y que le pidió prestado no sólo porque le “encanta y en cada línea dice más de lo que yo puedo haber sabido en mucho tiempo”, evidenciando la sabiduría intuitiva que la posee desde niña, donde la expresión inefable dice un mundo en un puñado de monosílabos: “en cada línea dice más de lo que yo puedo haber sabido en mucho tiempo”, como si retrato surrealista dibujados del hombre por su esposa, hasta el fondo del alma que es todo asombro, le revelaran la metafísica que de niña sólo pudo intuir de su progenitor, por lo que dice que a todas las del mundo la voz del padre fue la sobreviviente.
De todas las del mundo, no dice menos que el Dalmiro dibujado por Laura Elizalde, y como es muy breve, lo copio todo a continuación:
“Quise buscar una voz y ganó la tuya.

Se vino deslizando por los caminos del cuerpo y se quedó justo ahí, depositada en el limite del obstáculo. Confusión peridural que anula los sentidos.

La oigo desde que el mundo entró en mi y sabía que, ronca, acabaría por confundir la claridad de otras que hablaban del día claro y de los peces, del aroma de vainilla, del ruido de la canela. Que el mundo sería un vértice de la punta de la espada. Que amas tanto que confundes ser pasto, pájaro, hija, revolución, mujer.

Tu voz tenía la disidencia y la protesta, brutal engaño de la inteligencia.

Tu voz tenía un sostenido pedido de amor a gritos, silencios, pisadas de un felino con mascara de dientes.

Tu voz tiene todavía el eje cambiado del centro de la tierra. Tu risa ha sido un tanto como el mundo y su curiosidad.

Se fueron las voces y estaba la tuya” (De todas las del mundo).

En cambio, el primer cuento del texto Filos de lata, de Merci, titulado Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario, es una carta sin fecha escrita por una hija poeta (imaginera) a un padre (amigo) que desvive separado de su primera esposa, es decir, de la madre de la amiga imaginera, y el primer reto, como en Bécquer, es la forma nueva que debe darle a su obra y escribe “con doble “a”, que suena a “rima” que “es letra que acompaña”, y no puede ser otra, porque intuye que así “se ayuda al sonido y la memoria se va viniendo solita”.
Tenemos entonces que Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario es, antes que todo, una obra autobiografía que termina resumida en un hermoso poema en prosa, donde la experiencia surge circular y la verdad viene cayendo a cuenta gota, con una tremenda fuerza vital, que a decir de Azorín es lo que da estilo a un autor o autora.

Algo que quedó siempre pendiente, fue la inocencia de la madre, en cuanto a la separación. Como ha afirmado en De todas las del mundo, el hombre “tenía la disidencia y la protesta”, “un sostenido pedido de amor a gritos”, y todavía tiene cambiado “el eje” “del centro de la tierra”, mientras su “risa ha sido un tanto como el mundo y su curiosidad”, y de todas las voces que se oyeron entonces, únicamente quedó la del hombre, porque escribe “con doble “a” y “la memoria” retrotrae el cálido abrazo de los adorables concursos a lo interno de la familia, envuelta entre las brumas del recuerdo también adorable. Sin embargo, describe a la madre tal como la hizo la naturaleza, “rubia de ojos verdes. El pelo siempre con rodete y un modo y un andar que no era de su época. Caminaba como una adolescente, con una gracia que se distinguía a cualquier distancia. Los brazos acompañaban el cuerpo como si toda su figura, excelente figura, fuera más larga que el metro setenta que ya no podía sacarle encima, aunque a veces hubiera querido sentirse más pequeña”, a pesar de que únicamente las mujeres de buen fuste pueden llamarse hermosas.
Aquel misterio ha sido resuelto por el azar. Aquella abnegada ama de casa, que dio a luz por segunda vez con el invierno sobre la ciudad de Buenos Aires, en un hospital británico, cuando sólo estaba permitido que la madre viera la criatura recién nacida por media hora, salva los ojos de la niña, pues, los médicos no pudieron advertir que tenía las pestañas al revés. Desde entonces “La niña iba a convertirse en una mujer imaginera”, porque aquel prodigio únicamente se explicaba porque había nacido poeta. Fue una niña sin ambiciones mayores, quería ser como la india de al lado, y querría ser dueña de un perro o de un caballo, y segura de adorar a un padre que desvivía en la propia ilusión futura que alentaba su espíritu, con un carácter austero que lo hacía de un amor invisible, aunque de palpable y delicado trato.

A los trece años, cuando su padre se separa de la familia, los amores no sustituyeron el genio de aquella niña imaginera; no; aquella madre que la declaraba ganadora de los concursos de belleza que lleno de humor celebraba el padre en familia, y como no había ojos feos en casa, ni de varones ni de mujeres, la madre la declaraba ganadora porque intuía que aquella infante poeta tenía un reclamo profundo en el alma que no se llenaba con cualquier cosa, y los amores no sirvieron para ocupar ese vació hasta que es ella quien se enamora y escoge al hombre de su vida y traen al mundo tres varones que, por cierto, nacen perfectos, sin los problemas primeros de la niña imaginera, por ella es única e irrepetible, nacida poeta para perpetuar las lágrimas negras del invierno en lontananza.

Poeta precoz, escribe su primer cuento a los ocho años. Pero a los diez, tiene ya sentido del tiempo y es sabía. Una gran depresión la arropa a los trece, con la separación de sus padres, soñando quizás que los ve junto y felices como siempre, en familia. Entonces, en su sentido del presente, valora cada minuto y decide qué clase de mujer va a ser. Va a ser una mujer a contracorriente, tranquila, al lado de la responsabilidad de la madre, será madre también de sus propios hermanos, porque el primero nació varón y ella era la segunda de nueve hermanos.

En fin, una segunda jugada del destino, no sólo hace que sea la abnegada madre quien la descubre enferma, sino que termina triunfadora sobre la encefalitis. Días duras, mente lúcida y perfecta, a pesar de la imposibilidad de movimientos. Dios la cuida y ella habla con Dios. Es alegre, y esta ventura la hace triunfadora sobre aquellos difíciles momentos. Se sabe para algo más trascendente y sobrevive.

Vida tranquila y responsable. Descubre que ese es el secreto divino. Con su alma gemela, vive encantada, en las palmas, y las mujeres le aburren. Dice que el amor tiene mil caras, que el hombre que vive con ella, del cual se enamoró una vez y para siempre, no aprendió a contarla, porque, precisamente, pienso yo ahora, en su vida responsable y tranquila, únicamente pone la luna de perfil su delicada flor de lis, y la sinceridad profunda y recta, es la directriz de esta mujer poeta que nos sublimiza con su verbo de diosa de las colinas.


Afrontó la vida con coraje, poniendo mala cara con lo que le desagrada, lo que la hace una mujer gestual que se ahorra palabras y pleitos, porque es virtuosa y prudente, y así expande su fe de mujer muy del siglo veintiuno, como fue su madre a destiempo.
Finalmente, estamos hablando de Filos de lata, la obra narrativa de Merci Sáenz, quien ya no es una niña, sino toda una mujer autorrealizada, por eso nos dice que “es la mujer la que habla”, y que “cuando esa mujer muera, sólo a Dios va a entregarla”, pues tiene un corazón que domina su cabeza y “puede soltarlo a volar”, que no es cosa fácil, si analizamos el sentido profundo de esta metafísica del decir en doble “a”.

Me hubiera gustado hacer referencia o citar las opiniones críticas y aplausos que muchos escritores y escritoras de Artesanías literarias y colaboradores ocasionales como el suscrito, han escrito sobre la labor narrativa y poética de Mercedes Sáenz, pero creo que con estas humildes líneas, bastan por ahora.

Únicamente sería harto importante terminar diciendo que en las páginas 42, 62, 77, 111, 113 y 125 aparecen unas hermosas fotografías de Isabel Capdevila, y que el propio papá de la escritora, Dalmiro Sáenz, en la contra portada de la obra Filos de lata, escribe lo siguiente sobre la misma: “Muchas veces en la historia de los hombres los hijos engendraron padre. Mercedes me engendró con esa mala fe de mina divina hace varios años. El primer asombro que me provocó fue el de nacer y el último éste libro. Éste libro es”; y es que el amor es el secreto de Dios y una hija, como tengo yo una de dieciocho, adora a su padre, con un amor trascendente que la iguala a lo divino, como en Dios el amor es su secreto, tal como acontece en estos Filos de lata, de Merci Sáenz.

Abraham Méndez Vargas, narrador y poeta dominicana, fundador del Movimiento de la Poesía Informalista.
DEJO ACÁ ESCRITO MI AGRADECIMEINTO PARA EL FUNDADOR DEL MOVIMIENTO DE LA POESÍA INFORMALISTA EL DR. ABRAHAMA MEDEZ VARGAS, QUIÉN HA ESCRITO UN TRABAJO MUY COMPLETO SOBRE MI LIBRO FILOS DE LATA. RESPETO LA SENSACION Y CONCEPTO QUE PUEDA PRODUCIR UN TEXTO EN CUALQUIER LECTOR; EN ESTE CASO LAS PALABRAS DEL AMIGO ABRAHAM SON TAN GENEROSAS CÓMO LA POESÍA QUE SALE DE SU CORAZÓN. UN FUERTE ABRAZO. MERCI

jueves, 16 de octubre de 2008

UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO


UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO


Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente. Alejandra Pizarnik


Oscuro cielo de estrellas a ponchadas tan grandes cómo las quiera. Una brisa, no suelo usar esa palabra, tanto más me gusta el viento suave. La brisa me parece un suspiro siempre aunque se sostenga unos segundos, el viento suave es un secreto, un susurro, un canto de río en el aire. Sucede que cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás, tal vez algo cansada de escribir y me pinté una noche de olores y pasto dónde se apoyan las palmas de las manos para sentir que la tierra se ha quedado quieta por un segundo, aunque uno se sienta volando. Pero abrí los ojos.Y sucede también que estoy sentada en una silla. Frente a un bicho enchufado sin patas que va a hacer exactamente lo que le diga, sí sé decirlo, y a la mayor velocidad posible.Mi cuarto está a oscuras sólo con la luz cuadrada de la pantalla, estoy esperando que amanezca. En esos momentos mis recreos suelen ser recorrer espacios cibernéticos de otros sitios, todo en minutos de menos segundos, doy vueltas un rato por un Octavio que están escribiendo y que me encanta y vuelvo a cruzarme de piernas cómo una india y a seguir escribiendo.Cuándo no puedo hacerlo de día intento leer por las noches.Pero en el inventario de mis disparates tengo dos o tres libros que abro en cualquier hoja, ya leídos unas tantas veces. Uno de Onetti, el que primero alcance la mano, unas calles de Aldao que ya casi lo sé de memoria y un severo John Irving que me encanta pero debo de prestarle más atención si hay mucho cansancio en mi cuerpo.Pero a la que vuelvo loca es la amable Alejandra que quiera o no quiera necesito abrirla al menos un ratito. Y me levanté de la silla y derechito abrí, porque solito el cerebro lleva cuándo ya conoce el camino y además los libros tienen esa permanente amabilidad de abrirse dónde más se los ha marcado. “Se prohíbe mirar el césped”, leí una vez más, algo publicado en Sur en el 63, lo sé de memoria, y horas pueden hablarse de lo que esta mujer hizo con las palabras en su corta y atormentada vida, pero voy sólo a su título aunque el texto tiene tres renglones maravillosos. Sacar de contexto cualquier frase de Alejandra es un riesgo terrible porque dónde la pongas, la digas, la recuerdes, la recites o la escribas ,va a traspasar tantas cortezas desconocidas del cuerpo que lo último que vas a recordar es que cada tanto uno debe dormir algo.Suelo decir malas palabras cuándo un escrito se lleva toda mi emoción y toda mi adrenalina, es para contrarrestar un poco.Creo que en realidad estoy tan cansada que no puedo escribir, tampoco leer mucho y entonces me fui a pasear un poco por esos laberintos de la vigilia. Alejandra en general es la responsable de esos paseos, por sus palabras impetuosas y puras, violentas y sencillas, por ese adn propio que no le conozco a otra escritora. Me sucede con poco éxito en el papel pero una sola frase de ella me dispara un montón de historias.Me imaginé su frase “se prohíbe mirar el césped” pegada en enormes ventanales en las aulas de un colegio inglés, dónde el edificio es una isla en el medio de un verde sedoso, silencioso y parejo.Me acordé de un cartel en el bar de unos dignísimos gallegos frente a la facultad de medicina, que decía "prohibido estudiar" queriendo sólo que no les ocupen las mesas un millón de horas sin consumir nada.Esto tiene la palabra paseando por la vigilia. Volveré a mi noche de mil estrellas y veré dentro de un rato que hago con ellas.
Mercedes Sáenz