sábado, 28 de agosto de 2010

SIETE OJOS EN SU LUNA







SIETE OJOS EN SU LUNA




El jardín dormía el pasto blanco de frío. Especula la luz como un viejo trapo sacando lustre apenas por arriba. Hace rato las paredes de la casa hicieron silencio para las hormigas mientras crece verde entre baldosas.
Puntas de pie para mirarse los dientes y el pelo que mucha falta no hace peinarlo. Ignora al perro que atraviesa y deja nomás la puerta abierta. Sale con pantuflas de conejo más grandes que el empeine y envuelve las manos en el camisón. Los ojos algo cansados de mantenerse despierta. A los cuatro años todavía se duerme cuándo se tiene sueño pero no esta noche.
La luna se veía y se paró sobre una silla tropezando un poco con las bocas del conejo. Corrió el pelo para atrás pintando una delicia de coqueteo sin saber. Perfil de niña mirando hacia arriba las velas prendidas tan liviana cómo las sobras huéspedes de esa noche. Ningún contorno quería escapatoria.
Los nombres modernos suenan suaves y se llamaba Abril. Pero así se llamaba.
Bajó a la silla en un sólo movimiento de pincel sin tocar el suelo. Sacó del bolsillo dos tacitas que prolongan besos del color de los corales, dos cucharas chiquititas y en un plato puso dos pancitos de su marca preferida. Los tapó con las manos escondiendo su timidez última
- No los hice yo Luna. ¿Cómo está tu ojo? ¿Te creció un poquito? ¿Cuánto falta? ¿Duele que te crezca un ojo?
La luna mira.
- En el cole nos dijeron que ahí no hay viento. No importa si no tenés pestañas. Pero no me creen que te vi crecer los ojos. Ya conté siete ¿todos miran para este lado? ¿Por qué hace rato que tenés uno suelto? ¿No usas de a dos para ver cómo nosotros?
La luna mira.
Un grito envasado por este siglo de la psicología se oyó desde adentro.
- Estoy tomando el té, mamá. A esta hora ella toma el té y le está creciendo un ojo! No tengo frío! Ya entro. Vos cuándo estás tomando el té no te levantas por nada. Ya entro.
Bajó de la silla obedeciendo a los conejos.
- Te dejo el té y te miro por la ventana luna. No lluevas hasta mañana. ¿La noche que no te vi, no te habrán sacado uno? Y se fue para adentro.
Y la luna mira lo que ve en los contornos de una sola escapatoria.
Mercedes Sáenz

jueves, 26 de agosto de 2010

POEMA DE MIRARTE

POEMA DE MIRARTE 

 El vino busca en la boca inclinada un beso de vidrio color ébano.
 no recuerda el verso 
confunde las lunas
los pies no alcanzan la rueca. 
la ira no es ya tormenta brutal queriendo verse cómo el hombre que –yo- sigo viendo.
un estilete blando marcó los hilos en el tapiz de su cara 
dibujó su tierra 
en dónde palidecen sus dioses oscuros 
en una blancura desmedida. 
Será su último día. 
No existirá mañana. 
Y yo lo miro… 
tiemblo, también en mi copa -creo que quiso mirar allí sus propios latidos- 
me pidió que no lo toque hasta que la muerte lo toque primero. 

 Mercedes Sáenz