domingo, 28 de noviembre de 2010

PERICLES DE ATENAS DE LAURA ELIZALDE



PERICLES DE ATENAS de LAURA ELIZALDE

Muy claro es que nada sé especialmente de las cosas que me apasionan. Por lo tanto voy a escribir esto sin saber absolutamente nada.
Muchos libros leí dos veces en mi vida, de forma inmediata, salteado por partes, por impulsos amigos que me hacen llegar de nuevo a páginas que de alguna manera guardó mi frágil memoria.
Es una necesidad leer dos veces, mi ignorancia apura el diccionario, la impaciencia –ya no es sólo mía, es toda - compite conmigo sin piedad para aquietar las preguntas filo o leves, agudas o esdrújulas que comparten conmigo los libros.
Me apasiona atravesar la oscuridad de un túnel, no importa ni su tiempo ni su largo. Pericles de Atenas de Laura Elizalde es un todo luz, toda luz que no se termina en la contratapa. Persona y personaje claramente definidos en una novela que no da tregua en esa parte de la historia de Grecia que desde siempre se llevó todos mis sentidos.
Hice primero un bosquejo de lo que me importaba en cada capítulo y terminaba el rato o el día con una serie de anotaciones que no hacían otra cosa que repetir lo que ya estaba escrito por Laura Elizalde.
Pericles de Atenas conjuga la maravillosa dualidad de la filosofía, sin perder jamás el hierro y terciopelo que lo sostienen con tanta poesía.
Si es todo lo que fue, no lo sé.
Sí sé que en Pericles de Atenas existen otros millones de colores en el mundo como jamás los había leído.

Mercedes Sáenz

miércoles, 24 de noviembre de 2010

TEMBLAR





TEMBLAR


En un asiento de cemento de esos mudos sin respuesta me senté liviana, creo que por eso me sentí transparente. Era el azúcar en el fondo de una taza de un café incierto, sin cucharas. Era una vez una niña mirando la oscuridad de un hueco. Era la minúscula parte del tallo que no se mira. Era la forma indescifrable, la escurridiza consistencia de lo que no puede retenerse ni con los sentidos.

Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.

¿Alguien contó mis días? ¿Alguien supo de mi? ¿Alguien cantó mis letras?

Nunca tuve una consagración de mi, ni con los miles de sacramentos, por más que haya peregrinado cada noche de lágrimas que duraban un grito.

Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.

Anoche, antes de temblar tres veces, renegué de mi, bajo tu cuerpo y desde tu abrazo.

El gato silencioso de Charly B. pasó cerca cómo el segundo de una caricia. Y por primera vez pude saberme aunque no fuese definitivamente. ■


Mercedes Sáenz

lunes, 15 de noviembre de 2010

PUCHA QUE SOMOS SONSOS

PUCHA QUE SOMOS SONSOS

El mate al costado del agua
hace larga la tarde
vuelo con las garzas de este río y el sol
quebrado entre sus alas abiertas.
Me sale decir
aunque no sea decirte
pucha que somos sonsos hermano
es una pena
cuando la terquedad y el orgullo
se mezclan antes que cualquier yerba
y se toma a sorbos lentos
como si no existiera el agua pura.

Pucha que somos sonsos
ni lástima ni tristeza
pena, eso es.


Mercedes Sáenz