miércoles, 24 de noviembre de 2010

TEMBLAR





TEMBLAR


En un asiento de cemento de esos mudos sin respuesta me senté liviana, creo que por eso me sentí transparente. Era el azúcar en el fondo de una taza de un café incierto, sin cucharas. Era una vez una niña mirando la oscuridad de un hueco. Era la minúscula parte del tallo que no se mira. Era la forma indescifrable, la escurridiza consistencia de lo que no puede retenerse ni con los sentidos.

Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.

¿Alguien contó mis días? ¿Alguien supo de mi? ¿Alguien cantó mis letras?

Nunca tuve una consagración de mi, ni con los miles de sacramentos, por más que haya peregrinado cada noche de lágrimas que duraban un grito.

Siempre veo pasar el gato de un poeta que amo cuándo estoy por decir algo.

Anoche, antes de temblar tres veces, renegué de mi, bajo tu cuerpo y desde tu abrazo.

El gato silencioso de Charly B. pasó cerca cómo el segundo de una caricia. Y por primera vez pude saberme aunque no fuese definitivamente. ■


Mercedes Sáenz

1 comentario:

Avesdelcielo dijo...

Sutileza y encanto. Creo que es auotmática tu escritura, Merci, reflota lo que llevas en el interior, donde todo es intuición. Felicitaciones.
MARITA RAGOZZA