domingo, 8 de marzo de 2009

DESDE ABAJO



DESDE ABAJO




Abrí la puerta sin golpear de esta colina y nadie me ha visto ni se ha dado vuelta, tal vez un pájaro más lejos me esté mirando con la mesura de la distancia. Nadie me ha herido. Me senté a oír el silencio del universal que de verdad predica. Me incliné con respeto y besé la tierra. La música se movía cuándo yo era el quieto, cuándo acerqué los ojos tan bajos cómo llegaron, a ese surco de aguja azul por dónde las aguas doblan. Me deslicé por un tobogán de mano abierta hasta llegar a la orilla. Con la misma sensación de la madre que acuna a un hijo. Y me detuvo a la orilla del lago como muestra y ofrenda.. Me pidió quedarme quieta un rato para que la geografía más nueva supiera, bosquejando apenas, cómo habían sido los hijos que le habían quitado. Sin velarios, sólo la noche azul e inmensa con toda su eternidad.

Mercedes Sáenz